domingo, 3 de junio de 2012

RUSIA





Primer viaje

La primera vez que fui a Rusia lo hice aprovechando las vacaciones de verano (agosto) de 2004. Se trataba de un viaje organizado por Mapa Tours.

SAN PETERSBURGO
La primera ciudad que íbamos a visitar era San Petersburgo (antes llamada Leningrado). 
El vuelo bien. En apenas tres horas y media llegábamos a la ciudad pero en el aeropuerto no nos esperaba nadie de Mapa Tours. Suerte que encontramos al guía que nos había acompañado en el circuito de los fiordos noruegos y consiguió meternos en otro autobús para que nos llevara al hotel que teníamos reservado. 
El hotel era un sinfín de pasillos y un laberinto que hacía difícil encontrar la habitación pero por fín pudimos alcanzarla y dormir sólo 4 horas porque a la mañana siguiente teníamos la visita panorámica.
Hay un tráfico tremendo y la guía nos aconseja que no crucemos nunca si no es por un semáforo porque la gente conduce con mucha agresividad y además son muchos los  que obtienen el carnet de conducir sin aprender nada y sólo previo pago de dinero, en resumen, que se puede comprar el permiso.
El paseo nos descubre amplias avenidas y muchos monumentos: la única estatua de Lenin que queda, la catedral de San Isaac, las esfinges, la plaza de Marte con el fuego eterno….A medio día nos llevan a comer a un restaurante llamado Rasputin, en donde nos sirven de aperitivo una ensaladilla francesa que es la nuestra rusa.
Esta ciudad ha sufrido innumerables inundaciones y el metro lo han tenido que construir a unos 100 metros de profundidad para evitar las tierras pantanosas.
El río que atraviesa la ciudad, el Neva, se congela en invierno con más de un metro de espesor y lo pasa la gente sin necesidad de utilizar los numerosos puentes. Las temperaturas en invierno llegan a ser de  -20 grados.
Durante el paseo vemos también muchos edificios típicos estalinianos, cuya característica principal es la funcionalidad.
Al día siguiente visita al más importante museo de la ciudad : el Hermitage, uno de los principales del mundo. Es de estilo barroco y de una belleza fuera de lo común, sobrecargado de motivos decorativos y lujo a raudales. Aquí encontramos obras de primeras figuras como Leonardo, Rembrandt, Velazquez, Picasso, Gauguin y otros impresionistas. Son dignos de mención muebles y puertas, así como objetos decorativos de mármol y malaquita (piedra de color verde que hace aguas, una preciosidad).
Una maravilla de museo pero la entrada es carísima  (30 euros y aparte otra cantidad si quieres sacar fotos). Otra incomodidad es que tienes que dejar todo en consigna, bolsos y abrigos. Los vigilantes son muy antipáticos, al igual que la mayoría de la gente con la que nos hemos tropezado. Hasta la guía es muy seca y estirada. Otra cuestión también desagradable es el clima de violencia. Roban mucho a los turistas y por eso nos han obligado a dejar los pasaportes en el hotel. Y no se si será porque nos han metido el miedo en el cuerpo pero la verdad es que nos sentimos perseguidos por unos cuantos hombres en un paseo nocturno que hacemos por nuestra cuenta. Al final no pasa nada.
Seguimos paseando por la ciudad y nos encontramos con la original y bellísima Iglesia del Salvador de la Sangre Derramada.  No entramos en el interior porque hay una gran cola y además la entrada es muy cara.
Para volver al hotel buscamos el metro y nos metemos sin plano ni idea de por donde vamos, con lo que, logicamente, nos perdemos y a mi me da cierta claustrofobia saber que estamos a 100 metros bajo tierra. Subimos y bajamos tremendas y altísimas escaleras mecánicas como no había visto yo en mi vida. Tiene un punto cómico porque si miras a los de las escaleras que trascurren paralelas a las tuyas, da la impresión de que la gente va tirada hacia atrás.
Cuando finalmente salimos del metro, nos encontramos en un mercadillo callejero muy agradable y repleto de flores de los más variados colores. Cuando buscamos cómo regresar al hotel no acertamos a averiguar por dónde ir. Resulta que nos hemos bajado en sentido contrario y estamos lejísimos. Los demás quieren volver al metro pero yo hablo (en inglés, claro, porque de ruso no he conseguido aprender más de un par de  palabras) con un taxista y acordamos que nos lleve al hotel por 20 euros.
Efectivamente estamos lejos porque pasamos en el taxi más de media hora; unas veces en medio de atascos y otras volando de carril en carril sin respetar semáforos ¡que sustos nos hizo pasar el dichoso taxista!.
Tras unos pocos días más en que hacemos un paseo en barca por los canales del rio Neva, entramos en iglesias ortodoxas y paseamos por las calles de la ciudad, abandonamos el hotel para coger un tren que nos lleve a la capital del país.

MOSCÚ
Después de una noche entera en el tren y algunos sustos (han intentado entrar al compartimento ¿a robarnos?. Ya nos advirtieron en el hotel que cerrásemos con llave), llegamos a las 6,30 de la mañana a la capital del país y he podido ver amanecer en el tren.
Aquí si nos espera la guía, que ya es más amable que la anterior. Nos llevan a un hotel de 5 estrellas que es el no va más del lujo (ascensores aéreos, jardines interiores, fuentes, vistas al río Moscova….). Estamos al lado del Parlamento  de la Federación rusa y frente al hotel Ukrania. Esa misma mañana tenemos la visita panorámica.
En Moscú pueden contabilizarse más de 10 millones de habitantes. Hay 50 universidades y un montón de aeropuertos. Es una ciudad inmensa.
Visitamos la catedral de San Isaac y luego la Iglesia de las bellas doncellas que es a donde Ivan el Terrible enviaba a sus mujeres cuando se cansaba de ellas. En lugar de entrar a la misa nosotros nos damos un paseo por un bonito jardín que está al lado, lleno de árboles y un lago con  patos  donde hay gente pescando.
Después vamos a comer a un restaurante muy original (en la lámpara hay guitarras colgando) en la famosa calle peatonal Arbat. Por la tarde vamos a visitar la Plaza Roja, en donde nos hacemos montones de fotos con la conocida Iglesia San Basilio de fondo.
Entramos a visitar la tumba de Lenin, que parece que esté vivo porque aplican una técnica que mantiene los tejidos vivos y por eso tienen que  cortarle las uñas y el pelo de la barba todos los días. La visita resulta macabra. Tienes que pasar al lado del cuerpo sin pararte, en silencio y con las manos fuera de los bolsillos. Esas son las instrucciones que te dan al entrar y parecen muy serios los militares que te observan.
Luego nos damos un paseo por los famosos almacenes GUM, en donde no se puede tomar nada porque es carísimo todo.
La visita al Kremlim merece la pena porque hay dentro de ese recinto increíbles iglesias, de gran belleza, con sus cúpulas doradas. La más importante es la de la Asuncion. También aquí se encuentra la campana más grande del mundo (que nunca llegó a ser utilizada).
La última visita que merece la pena mencionar y aconsejar es la de la Galería Tretiakov, donde sólo se exponen obras de artistas rusos pero que merece la pena conocer. También hay una importante colección de Iconos.
Excursión a SERGUIEV POSAD, a 60 Km. de Moscú, en donde se encuentra el Vaticano Ortodoxo en el Monasterio Laura de la Trinidad y San Sergio. Dentro del recinto está la Catedral de la Asunción y gran cantidad de capillas. Escuchamos unos cánticos celestiales y vemos gran cantidad de Popes, con su característica barba y habitos negros. Es un lugar sagrado y de peregrinaje para los ortodoxos. Está rodeada de bosques y espectaculares paisajes. El camino de vuelta a Moscú, salpicado de sencillas “dachas” resulta muy agradable.

Segundo viaje

La segunda vez que visité Rusia fue en agosto de 2008, porque embarqué en un crucero que visitaba, entre otros lugares, San Petersburgo.
Pensábamos hacer un recorrido por nuestra cuenta puesto que ya conocíamos la ciudad. Pero tuvimos que apuntarnos a una excursión porque si no era en grupo no podías salir y hubiéramos tenido  que quedarnos los dos días en el barco puesto que el visado solamente lo daban  a excursiones organizadas y contrladas.
Visitamos San Isaac, el jinete de Bronce, la iglesia de la Sangre Derramada (esta vez si entramos dentro e hice fotos de los frescos del interior) y luego nos llevaron a una tienda muy grande (visita de la que no te podías librar) para comprar artículos de calidad y, por último, a un mercadillo.
La guía nos habló de la altísima corrupción que hay en el país, en donde los títulos universitarios pueden comprarse así como que es necesario pagar por el aprobado de muchas asignaturas. También nos explica el por qué de tantas limusinas: los ricos son tan ricos que las alquilan (al igual que pueden alquilar un barco) para celebrar cumpleaños. Por eso  mucha gente añora ahora los tiempos pasados del Comunismo.


Tercer viaje

Se enmarca dentro del crucero hecho con Pullmantur en agosto de 2010. Pero no bajamos del barco a pesar de que está atracado dos días en puerto, porque son muy caras las excursiones y no puedes bajar por tu cuenta porque no dan el visado (igual que en el anterior viaje). No obstante desde el barco vemos perfectamente la zona del puerto y las bellas cúpulas de San Isaac, la fortaleza de Pedro y Pablo (que visitamos detenidamente en el viaje anterior) y algunas más de otras iglesias. 
Pero aún sin bajar del barco sufrimos una experiencia muy desagradable al poder ver todos los pasajeros como sacaban a un hombre ahogado en el mar (dicen que hay muchos suicidios, ajustes de cuentas y muertes por embriaguez), dejándolo sin tapar y frente al barco durante más de 6 horas. Los turistas, al regresar al barco, sacaban fotografías  del cadáver. Espeluznante.

             


                                           

               

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